El cerebro humano tiene lo que se llama "percepción selectiva", es decir: percibe aquello a lo que presta atención consciente o inconscientemente.
En primer lugar se suele partir de ciertos prejuicios (repito: consciente o inconscientemente), por ejemplo, el Aikidoka siempre percibirá la similitud de movimientos, el Karateka juzgará lo que ve desde el punto de vista de los principios básicos aprendidos, a lo que añadir la predisposición natural. Quiero decir: una persona agresiva percibirá como algo "hermoso" aquellas artes marciales, digamos, crudas, realistas; mientras una persona pacífica lo considerará como algo "feo", lo "hermoso" para ella serán las artes suaves de movimientos armónicos.
En segundo lugar, el afán, predisposición anímica o ansia por aprender hace que el cerebro fije su atención en los movimientos más básicos, digamos para entendernos los movimientos obvios, sin prestar atención a otras sutilezas, por ejemplo en un golpe de Shuto o Tegatana, prestará atención al movimiento global, incluso al punto exacto hacia el que se dirige el golpe, pero seguro que no presta atención al momento de Kime o el leve y sutil golpe de muñeca que se aplica al final, en aplicación del ritmo tensión-relajación.
En tercer lugar ocurre demasiado a menudo que el alumno "busca lo que quiere buscar". Si está interesado en los "puntos vitales", se fijará en el punto en que el maestro golpea, incluso puede que en el ángulo exacto. Si está interesado en perfeccionar su estabilidad, escudriñará los movimientos de pies y cadera... etc.
Por último los propios maestros, los japoneses especialmente. Ellos aprendieron sin explicaciones explícitas, como resultado de una experiencia personal, saben la técnica, la ejecutan a la perfección, pero inconscientemente, por tanto obvian esas peculiaridades técnicas que, para ellos, son naturales, no pueden ser de otra manera... Además de, en general, una escasa formación pedagógica en el sentido de saber qué y cómo enseñar.
Al hablar de Budo y Artes Marciales, nos estamos refiriendo a aprender una serie de habilidades y destrezas, además de ejercitar el cuerpo, cada individuo, cada persona, tiene sus propias características y necesidades, por lo que un entrenamiento colectivo se pierde en generalidades y el individuo (principiante-medio) carece de un criterio suficientemente formado para poder percibir el conjunto y el detalle al mismo tiempo. Si el maestro no le presta la atención que requiere y personaliza la enseñanza, se perderá en el laberinto de conceptos.
Soy de la opinión (personal y quizás equivocada) de que todas las artes marciales son totalmente efectivas en el plano de la realidad cotidiana. Como este no es el tema que nos ocupa, lo dejo ahí simplemente y que cada quien opine lo que quiera.
Si de verdad son eficaces, entonces estamos hablando de habilidades, destrezas, técnicas que pueden lesionar, herir, incluso matar a otra persona, incluso a sí mismo. Es decir, en términos generales, hablamos de "actividades peligrosas" aunque sea aplicando el legalismo de "Legítima Defensa". Por tanto, el maestro (o profesor, como se prefiera) es responsable directo de a quien enseña qué cosa.
Con toda lógica, debería tenerse un cuidado exquisito para elegir alumnos con suficiente capacidad cognitiva, con un criterio ético suficientemente formado y plenamente consciente de su fuerza, que pueda discernir con claridad lo que está aprendiendo, para poder enseñarle (por ejemplo) a estrangular (Jime-Waza) a otra persona con el mínimo esfuerzo.
Se exigen certificados psicotécnicos y evaluaciones médicas para cosas cotidianas pero peligrosas, por ejemplo conducir; certificados de penales para poder acceder a nociones de tiro con arma de fuego a pesar de (en España) estar absolutamente regulada la compra y tenencia de estas armas. Por lo tanto (siempre bajo mi punto de vista) no puede ser posible enseñar abiertamente como herir, causar un daño grave o la posibilidad de matar.
La cultura japonesa pasa por ser hermética, el tópico del "desprecio al gaijin (extranjero con connotaciones negativas)". No es del todo exacto, aunque sí tiene cierta base.
Lo cierto es que los japoneses, especialmente los maestros de artes marciales y no marciales, se muestran bastante reacios a enseñar a extranjeros y foráneos, para lograrlo, se debe demostrar sin dejar ninguna duda el verdadero interés por aprender.
En los casos de "Escuelas Abiertas", se enseñan las bases comunes, pero siempre "se queda algo en el tintero" que el alumno tiene que descubrir por sí mismo y si lo hace, pasará al siguiente nivel, ése es el examen, aunque no sea patente. Esto ocurre especialmente en las artes tradicionales.
Personalmente puedo decir que pasé cuatro años practicando las técnicas básicas de Shodo, mi maestra me corregía y me daba muestras que yo trataba de imitar. Cuatro años después, viéndome practicar, se decidió a enseñarme los puntos clave de la escritura con tinta china y dos años después me presentó a su propia Maestra para que me diera una clase magistral.
Durante el tiempo que permanezca como Uchi Deshi, "vivirá" la actividad, es decir, todo lo cotidiano se convertirá en una forma de aprender. Un Maestro de Karate contaba como aprendía a podar las ramitas de arbustos utilizando técnicas de golpeo en su tiempo como "alumno interno". En mi época de estudiante de Ikebana, mi Maestra aprovechaba los paseos por parques y jardines para mostrarme las líneas naturales y las formas de combinar elementos.
Se habla demasiado a menudo y con demasiada facilidad del término "Do (道)" como un camino espiritual y místico, el problema es que se confunden términos. La religión oficial y autóctona de Japón es el Shinto (神道) que significa literalmente "el camino de los dioses" por lo que, a pesar de que el vocablo se aplica con connotaciones budistas, lo cierto es que "todo" lo japonés es un "camino", en el sentido que da, por ejemplo, Machado en su poema "caminante no hay camino..."
El misticismo aquí no tiene mucho que ver con el concepto que se usa para describir el "camino místico" de Santa Teresa de Jesús y otros místicos de nuestro Siglo de Oro, se trata más bien de una experiencia vital que no religiosa.
¿Qué tiene esto que ver con las Okuden? Un poco de paciencia, voy con ello.
Para entender todo el conjunto hay que remontarse hasta finales del siglo XV y principios del XVI, en esa época surge la persona que realmente revoluciona la cultura japonesa: un monje budista y Maestro del Té, llamado Sen no Rikkyu, éste monje es quien comienza a utilizar el vocablo "Do" en el sentido budista del término y aplicado a la enseñanza y práctica de una actividad artística y/o recreativa: la Ceremonia del Té (Chado o Shado), convirtiendo el Jardín de Té en una metáfora viviente y palpable del "Camino", lleno de simbolismos y "obligando" al invitado a recorrer sus distintas fases o etapas antes de llegar al "sancta santorum": el Chasitsu o Habitación de té, donde tendrá lugar la Ceremonia propiamente dicha. Durante todo el recorrido la habitación, la sala, la cabaña en realidad, permanece oculta a los ojos del invitado.
La Cereremonia de Té (Chakai) es la actividad más refinada de toda la cultura japonesa, pero explicarla me llevaría a otro lado, baste decir que las altas y cultas, entre las que los samurai ocupan un lugar preeminente, se aficionan a ella y así se contagian de sus conceptos, especialmente el del Do.
El aprendizaje clásico de un Do sigue las siguientes etapas:
- Una de iniciación llamada Nyumon (entrada) o Shoden (primer nivel) que consiste en la practica repetitiva del Kata (la forma) puliendo hasta el mínimo detalle. Esto se hace por imitación.
- Una segunda llamada Chuden (nivel medio) en la que se entiende que el practicante asume la forma como propia, que los movimientos le son totalmente naturales y en la que se van añadiendo pequeños detalles como la integración de otros elementos que van conformando la estructura total.
- La última etapa se llama Okuden (nivel interno) en la que el estudiante debe introducir su propia personalidad en cada movimiento, en cada detalle sin romper ni desviarse de la esencia del arte. Es decir, trascender de la forma para quedarse con la esencia.
Una vez superadas estas tres etapas se entrega el Menkyo Kaiden o diploma/certificado de transmisión, que significa que el estudiante ha aprendido "el camino" y ahora debe recorrerlo solo.
Okuden existe, está "oculto" que es diferente a "secreto", es la esencia, el principio básico o como se le quiera llamar, del arte/actividad que se practica. Encontrar esa esencia forma parte de la experiencia personal de cada individuo.
Para ello hay que "vivir" esa actividad, arte marcial, no en el sentido de practicar contra adversarios reales, aunque es otra manera, sino de "pensar" con la mentalidad de un guerrero. Con un ejemplo quizás se entienda mejor, si se ha intentado aprender otra lengua que no sea la materna, se habrá comprobado que, al principio se tiende a traducir literalmente, de forma casi inconsciente primero se piensa la frase en la lengua materna y se traduce al idioma que se quiere expresar.
Pasado un tiempo y mucho estudio y práctica se aprende a "pensar en otro idioma", de forma que el cerebro ya no traduce, sino que se expresa directamente en la lengua aprendida, incluso añadiendo giros idiomáticos propios y juegos de palabras. En este caso se ha llegado al Okuden del idioma.